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Diferencias entre un despido procedente e improcedente

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Uno de los momentos más temidos en las empresas se da cuando se toma la decisión de despedir a un trabajador. La mayoría del tiempo, cuando de despidos se trata, las leyes favorecen al empleado y no al empleador. Sin embargo, lo anteriormente citado puede variar notablemente dependiendo de si se trata de un despido procedente o no.

Las condiciones determinantes para un despido procedente o improcedente son varias. En este sentido, quien quiera conocer más sobre estos despidos y bajo qué condiciones se aplican, debe quedarse hasta el final de este artículo.

¿Qué es un despido procedente?

Se le llama a un despido procedente cuando el empleador o la empresa decide dejar de trabajar con un empleado y procede a su despido. Si esta acción es totalmente justificable ante la ley, debido a una o varias razones, se considera un despido procedente.

Cuando el despido es procedente por causas disciplinarias, la empresa se libra de pagar una indemnización al empleado, donde se le debe cancelar 20 días de su sueldo correspondiente a cada año trabajado. 

Es decir, si el despido no fuese procedente, y, por ejemplo, el trabajador habría trabajado 5 años, la empresa debe pagar aproximadamente 100 días de salario neto. En cambio, si el despido es procedente, la empresa no debe pagar dicha indemnización. 

Para un despido poder considerarse procedente, debe haber pasado por un período de consulta si se trató de un despido colectivo. Si es un despido objetivo, el empleado debe haber recibido una notificación del despido 15 días antes del mismo.

Por último, si es un despido disciplinario, la empresa debe justificar cada uno de los motivos por los que ha decidido despedir al trabajador. Estas razones deben estar avaladas por el estatuto de los trabajadores.

¿Cuándo un despido no es procedente?

Un despido improcedente, se trata del momento cuando la empresa decide poner fin a las relaciones laborales con el empleado o trabajador sin ninguna razón justificable ante la ley. Aunque suene poco coherente, se trata de casos muy comunes, sobre todo cuando uno de los trabajadores empieza a sentir molestias absurdas. 

Puede darse en casos de racismo, discriminación, celos, envidia, etc. Son varias las razones por las que un trabajador puede empezar a sentirse disgustado y solicitar el despido de un empleado, incluso si este es muy bueno en su trabajo y no da mayores problemas.

En esas situaciones, el juez puede determinar el despido como no procedente, y la empresa tiene únicamente dos opciones: Readmitir al trabajador o no readmitirlo y dejarlo fuera de la empresa, y pagarle la indemnización mencionada en el párrafo anterior.  

Por tanto, cuando un empleado es despedido y lo considera como improcedente, debe presentarse directamente en la jurisdicción social, máximo 20 días después de haber sido notificado de su despido. 

Bajo esas condiciones, la situación será llevada a juicio. Es el mismo juez quien determina si se trata de un despido procedente o improcedente y las acciones a tomar por ambas partes, dependiendo de si es uno u otro.

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